Y a vosotros también, que erais en otro tiempo extraños y enemigos en vuestra mente, haciendo malas obras, ahora os ha reconciliado en su cuerpo de carne, por medio de la muerte. (Colosenses 1:21-22)
La mejor noticia de todo el mundo es que nuestra separación de Dios ha llegado a su fin y hemos sido reconciliados con el Juez del universo. Dios ya no está en nuestra contra sino a nuestro favor. Tener al Amor omnipotente de nuestro lado nos arma de valor. La vida se vuelve absolutamente libre y osada cuando el Ser más poderoso actúa a nuestro favor.
Sin embargo, el mensaje completo de salvación que da Pablo no es una buena noticia para quienes rechazan el diagnóstico de Colosenses 1:21: «Erais en otro tiempo extraños y enemigos en vuestra mente».
¿A cuántas personas conoce que digan «soy enemigo de Dios en mi mente»? La gente no suele decir «odio a Dios». Entonces, ¿a qué se refiere Pablo al decir que las personas son «enemigos [de Dios] en [su] mente» antes de ser reconciliadas por medio de la sangre de Cristo?
Creo que lo que quiere decir es que hay una hostilidad real hacia el Dios verdadero, pero las personas no se permiten pensar en el Dios verdadero. Imaginan que Dios es como ellos quisieran que él fuera, lo que rara vez incluye alguna posibilidad de que realmente pudieran estar en serios problemas con él.
Sin embargo, considerando cómo es Dios realmente un Dios que es soberano por sobre todas las cosas, incluso la enfermedad y las calamidades Pablo dice que todos nosotros éramos enemigos de él. En el fondo, aborrecíamos su poder y autoridad absolutos.
El hecho de que cualquiera de nosotros sea salvo de debe a la maravillosa verdad de que la muerte de Cristo obtuvo la gracia por medio de la cual Dios conquistó nuestros corazones y nos hizo amar a Aquel a quien solíamos odiar.
Muchos todavía están aprendiendo a no ser enemigos de Dios. Es bueno que él sea gloriosamente paciente.